Mucho sabemos los españoles de mondongos, sabre todo en Salamanca.
Los de mi edad recordamos los mondongos que venían después de las matanzas.Los que aunque pobres podíamos gozarlas y sufrirlas.
Los recuerdos de la infancia que más nos satisfacían, eran en nuestra ignorancia los de los mondongos. Venían a casa, los tíos y los primos, no todos, pero los necesarios para ayudar en los trabajos, y era una fiesta, que como todas, había que aguantarse entre cuñados y cuñadas. Después íbamos nosotros a sus casas a hacer los suyos.
cuando crecí, los mondongos me producían nauseas. Ese olor a tripas, y a la probadura o prebadura, (daba igual). Había que probar antes de embutir.
Sobre todo los farinatos y las morcillas. Los chorizos y los salchichones, olían mejor. Pero el revuelto de la grasa con la cebolla, pan y pimentón, así como la sangre y la calabaza con sus especias, revolvían lo suyo. olor a tripas, donde después de lavadas se embutía.
Aunque mondongo sea la panza de los animales, el mondongo en sentido figurado, es lo que cubren los engalanamientos de este país.