martes, 18 de enero de 2022

CAPRICHOS

En los años setenta algunos padres se esforzaron tanto por que sus hijos medraran, que los llevaban a los colegios de los ricos haciendo un esfuerzo monumental, mintiendo hasta a sus propios hijos. Otros eran los hijos los que mentían y hacían mentir a los padres. Los progenitores pobres a veces tenían que esconderse en sus propias cocinas donde habían preparado la merienda para los amigos ricos. Esa estupidez, se generalizó bastante Ya comenzaba la tontería de los caballos. Yo misma ansiaba un caballo o yegua, cuando tuve caballos o yegua ya no me gustaron tanto, verlos sí, pero en casa de otros. Pero en los ochenta noventa, en la finca de Ceferino, en el Escorial, venían a montar sus caballos los famosos de Madrid que podían permitirse el lujo de comprar un gran equino y pagar porque se lo cuidaran y mantuvieran, también los de quiero y no puedo, que se esforzaban en la compra de caballos bien montados. si un animal costaba un pastón, mantenrlo bien montado y cuidado cuesta trabajo y dinero (comen mucho). Así, después de esforzarse en la compra, los de quiero y no puedo, dejaban al caballo en pago. Y los de puedo y ya me cansé, también. Pues hoy ocurre algo parecido. Un caballo come más que vale, y da mucho trabajo. Un capricho para ricos, y un castigo para el animal, que tiene que llevar un hierro en la boca.