jueves, 29 de diciembre de 2011

LA VIDA DE JESÚS

Yo soy chuchi, que como la mayoría de los de mi edad en estos pueblos, comenzamos a trabajar mucho antes de los diez años. Y digo mucho antes, porque los tiempos en la infancia, se hacen largos. Supongo que también en la vejez. o quizá es el tiempo de esperas.
No fue lo peor el trabajo, lo peor fue la educación, que si no fue peor que la de ahora, si fue igual de tonta, aunque muy diferente.
Sueños de esperanza entonces ¿Sueños de qué, ahora?¿Qué esperan los niños ahora?¿Ganar mucho dinero para tener mucho poder?
Si de algo me alegro, es de no haber tenido hijos. Y eso si que fue un sueño, que se ha ido desvaneciendo, al ver que el mundo es un lugar cada vez más injusto. Pienso que un día cambiará, pero ya no será mi tiempo.
Ahora mientras espero la jubilación, voy reconvirtiendo en mi pequeño patrimonio, y voy vendiendo las vacas poco a poco, mientras voy repoblando de árboles de varias especies, algunas de mis tierras, porque el futuro me importa aunque no tenga hijos.
Me produce mucha tristeza, oír en los medios que el musgo está en peligro de extinción, y las ranas verdes. Si todo lo que está en peligro de extinción tuviera tan fácil arreglo, no habría de qué preocuparse. Me pregunto ¿A quien se le habrá ocurrido semejante tontería, que no le pone remedio?
¿No será la raza humana, la que está en peligro de extición, con todo lo superpoblada que está la Tierra? Si algo ha sabido hacer la especie, es ponerse minas, trampas y toda clase de peligros.
Yo he podido ganar más dinero con el ganao, trabajando menos, pero estoy más satisfecho de haber contribuído a una alimentación más sana.
También con las subvenciones, tuve poca prisa,pero no me quedó más remedio que entrar. Era cuestión de "vida o muerte". Ya no tenía edad de cambiar de trabajo, y mis padres no estaban en situación de que los abandonara.
Pagué caro, no escuchar a mi padre cuando de joven, quise entrar en la innovación de una industria que nunca llegó. Quizá porque no debía llegar, pues el futuro nos está pidiendo EQUILIBRIO.

jueves, 22 de diciembre de 2011

LA VIDA DE JESÚS

Yo soy Chuchi, a los quince años me fui a cortar uvas a La Rioja. Los años siguientes a Francia. Después del servicio militar, estuve en la construción en San Sebastian.Ahí me gustaba estar, y hubiera podido encontrar otro trabajo mejor, pero no podía ahorrar nada porque todo lo que ganaba me lo gastaba para vivir en una habitación en casa de una familia que para sacar a sus hijos adelante tenían unas literas donde dormían los niños y poder así alquilar la habitación que ocupaba yo.
Al fin decidí seguir haciendo temporadas en Francia, y el resto del año en casa de mis padres aquí en el pueblo donde sigo viviendo ya todo el año.
He tenido muchas novias, que me han hecho la vida agradable a ratos, pero han hecho de mí una persona desconfiada por las experiencias vividas. Algunas me hicieron sufrir mucho, quizá por eso estoy soltero. Siempre intenté comprender a las mujeres, porque entenderlas es imposible, ellas son complicadas.
El golpe más hiriente, lo recibí de Arantxa, una chica que conocí en San Sebastian, y que por casualidad, (si es que existe la casualidad), años más tarde apareció en este pueblo con una excursión, haciendo turismo rural. Yo creí que había venido Dios a verme.
No me costó nada conquistarla, porque ella sentía lo mismo que yo. Fui varias veces a Bilbao a verla.Ella vino un verano de vacaciones. Ese año había muerto mi madre.
Ella cumplía años en ese mes de Julio y yo queriendo darle una sorpresa ese día , busqué una disculpa para ir a comprarle una joya y pedirle que se casara conmigo. Me gustó un pedrusco, que me costó lo de una buena vaca cuando éstas valían lo suyo, pero lo pagué con gusto y creyéndome el hombre más feliz del mundo.
Me preguntaba si estaría soñando. Ella se quedó haciendo la comida, incluida la tarta que me pidió que no comprara, pues eso si le consulté.
Cuando llegué ya había puesto la mesa, que por cierto, estaba preciosa.
Entré en la cocina, que holía divino, y todo parecía un cuento de hadas.
Me senté a refrescar, después de darle un beso. Cuando a mis pies veo a mi gato arrastrando su cuerpo, mirándome como preguntando ¿qué me está pasando?
Yo le pregunté ¿Arantxa qué ha comido el gato? ¡Yo no lo he visto en toda la mañana! Si parece que está drogao. Entonces dio un grito ella y corrió hasta la mesa, me miró desesperada y exclamó...¡Mis rayitas! ¿Qué...? ¡yo quería celebrar el cumple por todo lo alto! exclamó como si le fuera la vida en ello. ¡Se ha chupado mis rayitas!
Me eché las manos a la cara, por no echárselas al cuello, y sin pensarlo, le dije, ¡vete de mi casa y no vuelvas!
Pensé que que no me haría caso , pero metió todas sus cosas en el coche y me dijo, quedate con tu gato, que seguro que estarás mejor.
Todo el rato mientras recogía sus cosas estuve pensando que pediría disculpas pero estaba claro que el diablo del polvo era más importante que yo y se marchó sin más palabras que las que digo.
La llamé varias veces con la ilusión de arreglarlo, pero estaba demasiado tocada. Su frase finan siempre era ¡Te mereces algo mejor! Eso me dolía en lo más profundo de mi ser. Al fin dejé de insistir y tiempo después me enteré que estaba ya en el camino sin retorno sin recuperarse de sus "triunfos".
El pedrusco sigue en casa, La comida de aquel no le hizo daño a nadie, ni siquiera a los perros porque era cocina vegetariana como nos gustaba a los dos.

jueves, 15 de diciembre de 2011

LA VIDA DE JESÚS

Yo soy Chuchi, soltero, a punto de jubilarme. Poco hace que terminé de pagar las deudas que contraje cuando me hice cargo de la pequeña explotación ganadera de mis padres, y tuve que comprarle a mis hermanas la parte de la herencia que les correspondía, o no, da igual. Además tuve que ir innovando, hasta llegar a las subvenciones que me sacaron de penas, o me metieron en más quebraderos de cabeza.
Mis hermanas emigraron al principio de los sesenta. Yo hice el servicio militar obligatorio, por imperativo legal, porque sentí pena de mis padres, y no tuve el valor de deserta y huir, pues eso supondría no volver a verlos.
Toda la vida, mi madre suspirando por su hermano Miguel que se fue con la División Azul a Rusia, después de ganar la guerra civil. (Bueno, ganar, ganar...), nadie ganó esa guerra. Allí murió como un héroe, según le contaron a mi abuela. Por intentar salvar a su capitán, en un tren en marcha y cayeron los dos.
Yo que soy curioso por naturaleza, no reparé en esfuerzos por recoger información y supe que su capitán y él, estaban enamorados, y no sabiendo qué hacer con sus vidas , decidieron probar a escapar, en la creencia de que allí sería todo más fácil.
Hoy todos sabemos lo difícil de esas situaciones.
Yo de la "mili", lo mejor que recuerdo es cuando nos llamaron para colaborar como soldados en la película "Doctor Zivago".
¡Que ironías tiene la vida! Yo sentí que le hacía honor a mi tío, y así mi madre dejaría de atormentarse por no poder ir a llevarle flores a su tumba, en aquel cementerio de Leningrado, donde le dijeron a mi abuela que había sido enterrado, junto a su capitán. ¡Menos mal que no pudo ir! Porque no había tumba ninguna. Los dos quedaron sus cuerpos donde cayeron al tirarse de aquel tren en marcha en pleno campo.
Para mí la vida en el pueblo no ha sido fácil, pero tampoco ha sido extremadamente difícil, porque en parte he conseguido estar con mis padres hasta el final de sus días, aunque la convivencia no haya sido perfecta, que nunca lo es.
De joven, iba y venía. sentía la necesidad de otras vidas. El pueblo se me quedaba pequeño, pero al fin la carencia me sumía en la duda, y terminé siendo fiel a mis sentimientos. Ahora la experiencia me sirve para no comerme la cabeza con los errores del pasado, y aceptar la vida como algo que no fue de otra forma porque tenía que ser así. Hoy vivo como si cada instante pudiera ser toda una vida de principio a fin.