Yo soy Chuchi, a los quince años me fui a cortar uvas a La Rioja. Los años siguientes a Francia. Después del servicio militar, estuve en la construción en San Sebastian.Ahí me gustaba estar, y hubiera podido encontrar otro trabajo mejor, pero no podía ahorrar nada porque todo lo que ganaba me lo gastaba para vivir en una habitación en casa de una familia que para sacar a sus hijos adelante tenían unas literas donde dormían los niños y poder así alquilar la habitación que ocupaba yo.
Al fin decidí seguir haciendo temporadas en Francia, y el resto del año en casa de mis padres aquí en el pueblo donde sigo viviendo ya todo el año.
He tenido muchas novias, que me han hecho la vida agradable a ratos, pero han hecho de mí una persona desconfiada por las experiencias vividas. Algunas me hicieron sufrir mucho, quizá por eso estoy soltero. Siempre intenté comprender a las mujeres, porque entenderlas es imposible, ellas son complicadas.
El golpe más hiriente, lo recibí de Arantxa, una chica que conocí en San Sebastian, y que por casualidad, (si es que existe la casualidad), años más tarde apareció en este pueblo con una excursión, haciendo turismo rural. Yo creí que había venido Dios a verme.
No me costó nada conquistarla, porque ella sentía lo mismo que yo. Fui varias veces a Bilbao a verla.Ella vino un verano de vacaciones. Ese año había muerto mi madre.
Ella cumplía años en ese mes de Julio y yo queriendo darle una sorpresa ese día , busqué una disculpa para ir a comprarle una joya y pedirle que se casara conmigo. Me gustó un pedrusco, que me costó lo de una buena vaca cuando éstas valían lo suyo, pero lo pagué con gusto y creyéndome el hombre más feliz del mundo.
Me preguntaba si estaría soñando. Ella se quedó haciendo la comida, incluida la tarta que me pidió que no comprara, pues eso si le consulté.
Cuando llegué ya había puesto la mesa, que por cierto, estaba preciosa.
Entré en la cocina, que holía divino, y todo parecía un cuento de hadas.
Me senté a refrescar, después de darle un beso. Cuando a mis pies veo a mi gato arrastrando su cuerpo, mirándome como preguntando ¿qué me está pasando?
Yo le pregunté ¿Arantxa qué ha comido el gato? ¡Yo no lo he visto en toda la mañana! Si parece que está drogao. Entonces dio un grito ella y corrió hasta la mesa, me miró desesperada y exclamó...¡Mis rayitas! ¿Qué...? ¡yo quería celebrar el cumple por todo lo alto! exclamó como si le fuera la vida en ello. ¡Se ha chupado mis rayitas!
Me eché las manos a la cara, por no echárselas al cuello, y sin pensarlo, le dije, ¡vete de mi casa y no vuelvas!
Pensé que que no me haría caso , pero metió todas sus cosas en el coche y me dijo, quedate con tu gato, que seguro que estarás mejor.
Todo el rato mientras recogía sus cosas estuve pensando que pediría disculpas pero estaba claro que el diablo del polvo era más importante que yo y se marchó sin más palabras que las que digo.
La llamé varias veces con la ilusión de arreglarlo, pero estaba demasiado tocada. Su frase finan siempre era ¡Te mereces algo mejor! Eso me dolía en lo más profundo de mi ser. Al fin dejé de insistir y tiempo después me enteré que estaba ya en el camino sin retorno sin recuperarse de sus "triunfos".
El pedrusco sigue en casa, La comida de aquel no le hizo daño a nadie, ni siquiera a los perros porque era cocina vegetariana como nos gustaba a los dos.
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