El contrabando a lo grande,
parece dominar el mundo.
El negocio de la pobreza,
a Jesús llevó a la cruz,
y lo sigue crucificando
en los pobres mercancía.
Da igual niños, ancianos o enfermos.
Solo son mercadería.
Van disfrazados de sabios,
aunque digan tonterías.
Para disfrazar maldades,
van vendiendo sus sonrisas.
Para engañar a inocentes,
usando grandes mentiras,
los traficantes de humanos.
Los opuestos a la vida.
Mercaderes en los templos,
los palacios y abadías.
La historia que se repite.
Es la misma hipocresía.
Los defensores del orden,
de la paz y la justicia,
no pueden ser los señores,
que matan con su avaricia.
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