El sabio se confoma con su sabiduría. No guarda rencor porque sabe destruir el dolor que le causan las ofensas. No se vacuna si no hay causa. Y contra las caras de cordero degollado, se autovacuna. Siente compasión sin violencia. El sabio se ampara en la fuerza de su sabiduría. Y para ser sabio hay que ser humilde y claro. Nada más.
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