Yo también fui rebelde, y en mi ignorancia pagué, y de todo aquello aprendí a ser quien soy ahora.
Y ahora sin ganas me pongo a escribir porque mi intuición manda en lo real. Y digo lo que ya ha sido dicho, pero ahora lo digo yo para complacencia de mi duende que dice, puedes y debes. Y yo obedezco.
Abro un libro que tengo a mi izquierda, y a golpe de uña me sale en mayúsculas, LA INTUICIÓN. Y el autor David G. Walker, en su libro que está en mis manos, entre otras cosas dice: el conocimiento intuitivo es subjetivo, privado, aconceptual e instantaneo. Ambos tipos de conocimiento no son opuestos ni excluyentes, sino que al contrario se complementan entre sí, se refiere a la RAZÓN. Este libro apareció ante mí, en una librería, cuando yo ojeaba entre muchos, mientras hacía tiempo para la hora de cita en un contencioso, y se titula, "Los Ángeles Pueden Cambiar tu vida" pídeles ayuda. Y aquí esta.
Y una vez más lo que parece casualidad, puede ser causalidad. Digo, mi intuición manda en lo real. Abro el libro con la zurda y sale a mi encuentro "la intuición".
No sé qué decir, pero el duende sí. Y aquí lo dejo con el permiso del duende.
El café calentito me alivia la garganta y el cansancio de ayer, que a estas horas ya había retirado un poco de polvo centenario de la pared que fue hecha para cuartel de la guardia civil, y que a pesar de la mascarilla y las gafas, el polvo viejo fue rebelde en mi garganta contra las gárgaras de agua y sal. Al fin mis enemigos luchan contra mi poderoso duende, y es él quien me comunica con las altas esferas, y es el poder supremo que no castiga, pero coloca las cosas en su sitio para que en cada ataque consigan en su fracaso el efecto contrario a sus propósitos para que aprendan que no hay mal que por bien no venga, y que cada uno recogerá el fruto de su siembra.
Santos y milagros ha habido y habrá. Y lo sencillo es a veces lo que menos se entiende. Porque lo que es arriba es abajo, y cuando se fusionan, le llamamos milagro. Y es así como lo entienden los sabios.
Mi duende se ha empeñado en que escriba, y hoy fui a oxigenarme al campo, éste se muere de sed. Pero yo no sé si seré capaz de poner en papel toda la inspiración que me llegó en él.
Pensé en la mujer que en 1924 vio que iba a morir y pidió al juez de turno en esta villa, que cuando muriera, examinaran su cuerpo. Y mi imaginación con mi intuición salen al encuentro de la historia y de la razón que llevó a aquella primera Cristina, llamada Primavera, a intentar un feminismo auténtico en la búsqueda de la verdad que se llevó a la tumba sabiendo, o no, que su verdad se pudiera comprar.
A cien años, un siglo nada más ,Cristina Robles Calzada 1880 - 1924. Su padre murió joven, aunque no tanto como ella.Yo me pregunto ¿qué le impulsó a pedir su propia autopsia? ¿Se compró su voluntad?
Adelantada a su tiempo, inteligente, generosa, pero hija de madre rica y poderosa, en una villa de rancias costumbres que se han ido manteniendo destruyendo la esencia del glorioso pasado de buenas cosechas, viñedos, hornos de cal, tejares y grandes ferias. Y también entonces, vacas, caballos y ovejas, sin olvidar burros, mulos, cerdos y otros mercados. Y la ciudad oculta, que oculta sigue, Irueña. También el hambre fue paralela.
Y otra alquimista, su nieta Obdulia Mateos González 1937 - 1966, casi desapercibida, no tanto para las monjas teresianas donde estuvo interna. Demasiada alumna para la torcidera enseñanza. Demasiada hija, demasiada hermana, demasiada humana. Como tantos sabios, sus muertes tempranas. Ese guerrero que triunfa en todas las batallas. La muerte.
No cuento la historia como la sentí esta mañana, y es que los sueños superan siempre. Y en las realidades la memoria se apaga. Pero sigo la historia que mi presente despierta en la embestida. Las ramas piden a las raíces, las verdades que guardan. La vida en otra parte, que en la muerte no hay venganza que pueda satisfacer al vengador, y el que tortura no encontrará la calma. Que hambre han de padecer aquellos que la causan. Que la vida va de la raíz a las ramas. Los que envenenaron a sabios, los que crucificaron, los que quemaron no envenenaron, no crucificaron, no quemaron, no ahorcaron sus almas, que guardan la verdad de los que su conciencia les hará culpables en la causa. Y así los que quieren hundir mi casa conmigo dentro, mejor que piensen que en este mundo todo es prestado para el bien de las almas, y es breve la estancia. Y en la hipocresía no se hace más larga. que el sueño del odio es pesadilla amarga.
La globalización traficando armas, matando de hambre, fomentando ignorancia, será su conciencia el espejo que guarda su alma. Espejo irrompible, perseguidor mostrando la causa. Torturados murieron dictadores, que sembraron torturas, recogiendo en abundancia, estirados sus miembros, sujetos a sus camas, sabiéndose culpables de agonía nefasta. Durmiendo la conciencia se ahuyenta la esperanza. Es pérdida de tiempo el odio y la venganza, la envidia y la lujuria el opio que no calma, la soberbia y la avaricia, pereza en el alma.
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