miércoles, 23 de agosto de 2017

A SALAMANCA EL DESIERTO

Nos llenan de minas, el  alma de miedo, el ego de ansiedad, y los campos de residuos.
Con el trabajo que nos dan, esclavos seremos, miseria en la vejez, ruina de nuestros hijos, hambre y desierto para nuestros nietos. Podemos evitarlo si no nos sometemos, si no les permitimos vivir en el empeño de querer imitarles como en el mundo viejo. que está ya agonizando para dar paso a otro nuevo, donde vivir sea barato, antes que muera el dinero. Que el dinero no es un fin, y pronto ni será medio.
Cuando el agua sea más cara que lo ha sido ya el dinero. Sin él podemos pasar, habiendo agua del cielo, si tenemos aire limpio, tierra fértil, y con el sol, ecosuelo, donde poder comenzar antes que llegue el desierto que las minas dejarán, miserias y desconsuelo. Aprendiendo por la fuerza y no por entendimiento.
Y nuestros nietos al sol, se quemarán maldiciendo la estupidez que mamaron de padres y abuelos necios, que enseñaron que trabajar es más que ganar sustento, para poder derrochar matando el aburrimiento. Tan barato que es soñar, poniendo en marcha los sueños.
Con la verdad y la fe, y los recursos que tenemos, no necesitamos minas que nos roben lo que es nuestro. Y nos traigan los residuos con un poco de dinero, que nos amargue la vida, con un dulce traicionero. Y desde otra dimensión, veamos a nuestros nietos, con el agua a la cabeza caminar por el desierto. Que van cambiando de sitio, llevando hambre a los pueblos.

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