jueves, 24 de agosto de 2017

DESDE LA NADA

De los dos siglos que nos separan de Víctor Hugo, ya encontré una diferencia de pensamiento en "Los Miserables". Entre lo que acontecía entonces y lo que ocurre ahora.
Dice hablando de Marius, un joven estudiante, que rechaza por amor a su padre, (al que conoció ya cadáver) y quizá por orgullo y un poquito de venganza, vivir con todo, y elige  pasar a la nada para comenzar. Dice Víctor Hugo: la miseria del joven no es nunca miserable. Y llego a la conclusión que es ahí, entre la gestión de la miseria por los jóvenes de entonces, aunque Marius se salga de la norma, y los de ahora, hay un abismo.
Entre otras cosas dice: terminada la tarea, vuelve al éxtasis inefables, a las contemplaciones, a las alegrías, vive con los pies asentados en las aflicciones, en los obstáculos, sobre el empedrado, en los abrojos, y a veces en el lodo, y con la cabeza en la luz. Es firme, sereno, dulce, apacible, atento, serio, contentos con poco, benevolente; y bendice a Dios por haberle dado estas riquezas que faltan a muchos ricos: el trabajo que le hace libre y el pensamiento que le hace digno.
Si esto sigue siendo así ahora ¿por qué yo no lo veo? Y creanmé, que me gustaría que así fuera.
Es en esta forma de pensar en lo que me gustaría que nada hubiera cambiado. Esta actitud positiva de aquella juventud, el trabajo, el libre pensamiento entonces, ahora el trabajo esclaviza, lo anula en la indignidad.
Recuerdo hace unos años un cursillo, pagado por la Junta de Castilla León. Se titulaba, estrategias para encontrar trabajo. Y entre otras lindezas el joven profesor dijo, que había chicas que se prostituían para pagarse los estudios. Y lo consideraba tan normal.
¿Qué nos está pasando?
Y cambiando de tema. ¿Por qué si el aceite de palma es tan perjudicial para la salud como el aceite requemado, a qué esperan  para prohibir su uso? Si además es un desastre ecológico el uso masivo que se está dando, que  ya no podemos comer galletas y otros alimentos que lo contienen. Y lo triste es que está ya donde  creemos que todo es más natural como lo que vemos a nuestro alrededor, donde se puede escuchar el silencio si se quiere.
Quizá sea eso lo que la juventud necesita para gestionar la vida desde la nada a que nos somete un sistema que ya no se sostiene.

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