El Dios verdadero.
Destino de amor.
Ajenos a ello,
inventamos el nuestro.
Y siendo finitos,
creer infinitud.
Y es nuestro invento,
ignorándolo a él.
El control del mundo
que muriendo es,
principio y fin.
Y no su testamento.
Creímos nuestro invento
y lo seguimos creyendo.
Si nadie va a decirnos
lo que no sabemos.
Pegados al suelo
sin sentir el cielo.
¿Quien nos va a decir
si el hijo del hombre,
humilde y sencillo,
no muere en el machismo
que inventa los bulos
vende su y egoísmo?
Si en siglos no aprendimos.
Este mundo con su muerte,
nos deje su entendimiento,
que no se puede seguir,
inventando tanto tiempo
medio no y medio sí
lo que nadie ha descubierto
y mucho menos el sentir
del corazón y el cerebro,
que es el sentir del espíritu
que sin sexo siente igual
en el orden divino.
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