jueves, 6 de agosto de 2020
HISTORIAS Hoy he sentido el deseo de dar un golpe de uña a " las tres bodas de Manolita", de Almudena Grandes, que estoy leyendo. Y en la página que sale 518, leo: mientras tanto, fui descubriendo indicios que contaban una historia diferente. Después de dejar escapar solo dos lágrimas, Isa no volvió a llorar, pero tampoco llegó a sonreír en ningún momento. la expreión de su rostro era tan hermética como un cerrojo, pero la evidencia de que no estaba bien me preocupó menos que la sensación de que apenas estaba, la indiferencia con la que asistía a una conversación que no parecía interesarle aunque girara alrededor de ella. Y paso a comentar. aquel despropósito que sigue ahí, mucho me temo que desate la furia en esta crispación de todos contra todos, y contra todo. En esa conversión de espías engreídos , en lo que nos quieren convertir, a la vez que no nos enteramos de nada, como ocurrió la otra vez. ¿Tardaremos otros ochenta años, sumidos en el error, en darnos cuenta de cómo nos lavan la cabeza, mientras nos dejan el pelo seco, para llenarnos de piojos, de sangre seca, y llenos de odio? Una guerra que no ganó nadie. Cuarenta años bajo el yugo y las flechas, sin saber lo qué eran. Otros cuarenta en la inopia, subidos en la higuera, creyendo que es vedad, lo que sin pies ni cabeza, nos mete en la espiral de la misma manera. compramos igualdad, y nos venden diferencias. Y todo sigue igual camino en guerra será el resultado de la crispación que siembran, mientras en paralelo medran las septas de los iluminados que van a medias. Entre unos y otros, el pueblo solo piensa, lo que ellos quieren
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