martes, 1 de junio de 2010

T. L. P.

¡Quiéreme cuando menos lo merezco que es cuando más lo necesito!
El trastorno límite de la personalidad, tan abundante en nuestro tiempo, como incomprendido.Lo sé por experiencia propia.
A los cinco años, cuando comencé tan contenta como asustada, la escuela de verdad, después del parbulario,que me daba un asco espantoso, sentí con desilusión que no podría aprender a leer, con aquella maestra que daba reglazos a quien se equivocaba ¡Como para no equivocarse!
La noche pasada al irme a la cama puse R.N.E., tenía mucho sueño y estaba cansada, pero en el programa "Afectos en la noche", me enganchó una entrevista a un psiquiatra, y después unas madres que han hecho una asociación. Yo intenté hace muchos años hacer una, pero un psicólogo y los servicios sociales me lo desacosejaron y no tuve fuerzas para seguir. Nunca me gustó el mundo en el que he vivido. Tengo sesenta y dos años y he librado batallas increíbles. Me enseñó mi padre a leer las primeras letras, y aquí sigo siendo diferente. Un día decidí que no me importaba serlo, y que no haría nada por ser como otros ¡Qué sean ellos como yo si quieren! Respeto cualquier forma ¡que respeten la mía!que no será mejor, pero tampoco es peor.
No oí la dirección de la asociación en Barcelona, pero quiero agradecer a esas madres lo que están haciendo por nuestros hijos
¡Gracias!
Podría decir muchas cosas más, otra vez será.

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