jueves, 5 de enero de 2012

LA VIDA DE JESÚS

Yo soy Chuchi, que en mi juventud, como ocurre casi siempre, creí saber por encima de la experiencia. Pensando que la fantasía de mis ilusiones, eran pura lógica, por encima de la desconfianza que da la intuición de la madured de mis ancestros.
Oí hablar de la concentración parcelaria para juntar las tierras, y pensé que pronto, solo habría que ir a una sola parcela y que todo el mundo quedaría contento con el nuevo orden. Y aunque fue un cambio a mejor, el cambio aumentó la crispación de la gente. Unos con razón, otros sin ella, aumentaron los odios, las envidias y los recelos.
La realidad,cuando llegó, poco se parecía a mis sueños.
Hubo otro cambio que prometía ser importante en la comarca. La sociedad que construyó el matadero comarcal, que los ganaderos y mini ganaderos, vieron como el salva vidas de su maltrecha economía.
El matadero tuvo un buen comienzo como negocio, pero los pequeños ganaderos, no le vieron la gracia.
El caciquismo clasificaba mucho peor que el chalaneo, y entre una opción y otra, mejor la de siempre con la que ya se estaba acostumbrado a lidiar.
Ya se había olvidado la gente de las quinientas pesetas que habían puesto como socios y el matadero iba de mal en peor, cambiando de dirección, cuando alguien decidió vender la moto. Y allí estuve yo con mi listeza juvenil.
Nos dijeron que había que salvar el negocio que tenía un buen futuro. Como siempre se le echaba la culpa a otros.
Hacían falta diez mil pesetas de cada socio, que si no se ponían se perdían los derechos y las quinientas pesetas que cada uno había puesto.
Yo sabía que con una buena gestión, se podía hacer una buena labor social y económica, y traté de convencer a mi padre de ello, pero mi padre tenía muy claro que había perdido quinientas pesetas, y no estaba dispuesto a seguir perdiendo en el invento.
Tanto lo aburrí, que llegó a amenazarme con darme un soplamocos si seguía insistiendo.
No me dí por vencido. Solo tenía yo de mis ahorros cinco mil pesetas. Estaba claro que mi padre no podía enterarse, si conseguía reunir el dinero que me faltaba y que me traspasaran el título sin la firma de mi padre, eran las dificultades a las que me enfrentaba.
Sobre el traspaso del título no había ningún problema. La empresa no ponía ninguna pega a la hora de recibir dinero.
Yo, tenía un amigo de la infancia, y creo que permaneció la amistad por mi madre, pues se llamaba Miguel como su hermano desaparecido y añorado y solo por eso se convirtió en el amigo predilecto.
De lo que ocurrió, hay para un capítulo aparte. Ahora intento cambiar de vida, teniendo en cuenta las locuras de mi amiga Maruja, la mujer de Pepe el tratante que durante años se llevó nuestro ganado sin conseguir hacerse rico, y que terminó siendo como de la familia. Maruja siempre dice una frase que a ella le dijo un amigo mayor que ella: "Lo único importante de la vida es lo bueno que hacemos por los demás".

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