jueves, 19 de enero de 2012

LA VIDA DE JESÚS

Yo soy Chuchi, y al golpe de la muerte de mi padre, tuve que añadir la pena de mi madre, que se quedó, apenada, asustada y confundidOs, diciendo si estaría mi padre con su hermano Miguel, o al haber muerto tan lejos, no podría encontrarlo. Yo en ese tiempo no sabía qué decirle y se me ocurrió, que el sol en su renacer los tenía a todos, porque el espíritu pertenece al fuego. Esa ocurrencia, me vino cuando con mis gafas oscuras, me tumbaba al sol para pedirle fuerza, entendimiento y consuelo, para seguir en la vida como había seguido mi madre a la muerte de su hermano y de sus padres que se fueron , según ella de la pena que no pudieron soportar.
Al mirar al sol, un túnel que yo imagino, absorbe la vida. Porque digo yo que, la vida de los seres, debe ir a alguna parte.
Por la noche salía a ver la luna y las estrellas, y le pedía a Dios luz y entendimiento.
Un día, en una librería vi un libro con un ángel que ocupaba una pasta, y entendí que al mirarme quería irse conmigo. Lo compré y ya he seguido hasta el día de hoy, que cada vez más, siento la presencia de estas fuerzas que me ayudan a seguir cuando me meto en algún lío como me ocurrió con la última novia que tuve, hace un año.
Manoli, una segoviana que vino de vacaciones con unos vecinos del pueblo, que viven en Barcelona como ella. Y parecía tan diferente a lo que en realidad era, que pensé que por fin la vida me sonreía.
Se acabaron las vacaciones y se marchó hasta Navidad que volvió una semana. Ahí ya me tuve que comprar otra televisión porque le gustaban esos programas de los corre, ve y dile, que a mí me dan ganas de romper la pantalla, si con ello consiguiera darle con los cristales en las narices.
pensé que eso era un pequeño problema y que con el tiempo se daría cuenta que eso como los chismorreos que en tiempos pasados preparaban en los pueblos las alcahuetas, y alcahuetes que venían de padres que no obligaban a sus hijos a ir a la escuela, aunque no tuvieran otra cosa que hacer, y de otros que sí habían ido, que de todo había.
Las revistas que leía Manoli, eran lo mismo, y aunque yo le decía que esos trabajos inútiles y dañinos, antes los hacían los que no sabían leer ni escrbir, ella seguía aunque me daba la razón a medias.
Cuando volvió en el verano, el desencadenante fue la proposición, que me sonó a orden.¡Cari! me dice ¡Cuando nos jubilemos tenemos que ir a Rusia! ¿A Rusia? Si, si, todas mis amigas han ido ya ¡Pero si no conocemos España! Pero está de moda ir a Rusia y vamos a Rusia ¿Se puede saber qué se te ha perdido en Rusia? Se me ha perdido...¡El transiveriano, un viaje fantástico ¿El transiveriano...?El fantasma del tío Miguel se me metió en el cuerpo y a poco me caigo de mis pies.
Me entró tal rabia, que le dije¡Cuando quieras puedes marcharte! ¡Puedes estar en esta casa hasta que termines las vacaciones! ¡Pero cuando yo quiera ir a Rusia, si es que algún día quiero, lo decidiré por mi cuenta!
Ésta no hizo como Arantxa, no, ésta se quedó y trató de convencerme, no solo de ir a hacer turismo en el transiveriano, sino que siguió viendo el chocolateo de la televisión y comprando el mismo chocolate en el papel.
Cortar esta relación fue una liberación, aunque en el pueblo me pusieron a escurrir ¿Qué vas a hacer cuando seas viejo? me decían. ¡Será que solo me caen bien las opuestas! Pero si tengo que estar solo, será que me lo merezco, y no estoy tan mal. A pesar de mis desengaños y de mis años no pierdo la esperanza de disfrutar de una compañía agradable.
Al cortar con Manoli no me dolió nada y sentí que estaba liberado, pues me lo puso muy fácil.

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