jueves, 23 de noviembre de 2017

DE ANÉCDOTAS MISERABLES

No es la misión de buen político, encabezar manifestaciones, salvo en raras ocasiones, en políticos de la periferia, cuando en sus partidos no les escuchan, y no tienen otra forma de hacer su labor social, pero nunca la política debe parecerse a la ley del vendedor: "hacerle ver al cliente que no es tonto, sin olvidar que sí lo es".
Para nuestra desgracia, esa es la sensación que los políticos dejan en el pueblo, que ya está harto de soportar y pagar los mítines de la fantasía, que resuelven al final todo en los juzgados, atascados por imperativo legal, falta de equilibrio, y ausencia de política.
Hay quien entiende la política como una buena oportunidad para que las abuelas digan lo bien colocados que están sus nietos.
Un buen partido coloca a mucha gente, y todos colocados, a medrar.
Los colocados en las instituciones, son aquellos que las consideran de su propiedad. Y así van, y así seguimos desde el siglo pasado.
Hay tantas anécdotas miserables que anunciaban ya la descomposición actual, que por muy maquillada que esté, sigue descomponiendo.
La próxima década, si no cambia el rumbo, terminará en la oscuridad, que ahora vemos de lejos.
Un pueblo distraído es un pueblo condenado al fracaso, y desprotegido ante el peligro. Y el peligro es la ignorancia.

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