Aquí en Castilla León
Estamos tan agustito,
mientras preparan follón,
visitas del señorío.
Con la memoria perdida.
En Salamanca la unión,
de vendedores de paja,
que el granero no se vio.
En esta cocina siempre,
refugio el tirano halló.
Y siempre encuentran cobijo,
los amigos del señor.
Los adoran como a dioses,
a los de alto copete.
Y confían en sus promesas,
no importan que verdad lleven.
¿A donde quieren llevarnos,
señoritos de este siglo?
De guerras del siglo XX,
poco hemos aprendido.
Cuando aumentan las distancias,
entre los pobres y ricos,
comienza el olor a muerte,
y la paz no tiene sitio.
Los pobres pagamos todo
lo que gozan los demás.
Y encima nos creemos
que son ellos los que dan.
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