lunes, 16 de abril de 2018

Y SIN DEMOCRACIA

Se hunde el tejado, y se queda la teja en la pared.
Y no me voy, no me voy. y no se va, hasta que no la empujen o la bajen con cuidado para que no estalle.
¿Caerán los muros? si no caen los muros la teja se queda. Aunque sea a una orilla, pegada a la cumbrera.
Así está España. Minas, turismo y caza. QUÉ ILUSIÓN.
Cuando hace más de cuarenta años, aquí en las zonas rurales, comenzábamos a dar la murga a nuestros padres, que después de luchar en la guerra, que sin comerlo ni beberlo se encontraron en su juventud. Éstos, que vivían muy justitos con la ayuda de los que nos tuvimos que marchar en busca de algo mejor. No querían oír hablar del turismo aquí. Decían que si venía el turismo, a la larga solo traería miseria. No se equivocaban ellos, nos equivocábamos nosotros. Ya estamos sufriendo las consecuencias, y eso que no ha llegado todavía. Ni llegará, porque ya estamos invadidos por las empresas mineras y otras plagas. Que nos traen euros a cambio de destrozar la bellísima Naturaleza, que siempre nos ha dado de comer, a pesar de los pésimos uso y reparto de los bienes.
Siempre ha existido la caza, que no sé si tiene que seguir eternamente existiendo. No estoy capacitada para opinar en estos momentos, pero que vengan de cualquier parte del mundo, o que se vaya a cualquier parte a matar animales, me parece una violación de los derechos humanos.
A nuestros padres le prepararon una guerra, como ahora la sufren Siria y otros.
Si nos vence el miedo y la ignorancia,pronto nos tocará.
Ya hemos visto las secuelas del exceso del turismo en las ciudades, y seguimos creyendo que no hay nada mejor.
Ya hemos visto otros excesos, y todavía queremos más.
En un país que tiene tierra, agua, sol y mares, yo como dijo el hijo de Concepción Arenal, en el siglo XIX, me duele vivir aquí.
Y seguimos igual, con rey y sin democracia.


Después de escribir este artículo, acabo de leer lo que sigue:
Se ha dicho: no hay salvación fuera de la Iglesia. Nosotros decimos: no hay salvación fuera de la ciencia, del conocimiento necesario en todos los hombres para que la sociedad sea organismo armónico, y no aglomeración bajo presión de un poder cualquiera.
De Comcepción Arenal. Dos siglos después yo pienso lo mismo.

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