Se fueron los hornos de cal, los tejares, y al fin los molinos con los árboles de la orilla del río.
Quedaron las subvenciones, la despoblación y los baldíos.
Y se van los veraneantes, y con ellos el ruido, volviendo la calma, el silencio y el frío.
Y aquí no pasa nada que no sea sabido.
Pero la ignorancia va por su camino, paralela al saber en el mismo destino.
Se quedan las moreras, salud de los niños, y las dos taladas ¡historia de siglos! su aire y sus moras, su aroma y sus nidos. La ausencia en el aire, contarán los niños.
Por estos lugares recursos perdidos, esperando que llegue quien saque partido de todos los bienes que sufren olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario