Para la agonía del hambre y la sed,
las palabras carecen de sentido.
Como flores sedientas ven la tierra
al doblar el cuerpo en el vacío.
Abismo que absorbe la ceniza
que un ángel a regar no ha venido,
y el polvo vuela hacia su sitio
a esperar la lluvia que se ha ido.
La lluvia que limpia las esquinas
de secretos que ofenden a los niños.
La misma que da vida a las flores
y a los árboles que esconden tantos nidos,
es aquella que su ausencia nos maltrata
sin preguntar de amores lejanos,
para entender que se puede marchar
con la misma fuerza que ha venido.
Y serán otros los que gocen privilegios.
Donde el sol decida, yo le sigo,
lo mismo que a mí me seguirán mis hijos
quiero saber quienes son los servidos
Soy la madre que que reparte la fuerza,
puedo regar los campos oprimidos
y cambiar el rumbo de las cosas
y poner el hambre en otro sitio
domingo, 28 de agosto de 2011
martes, 23 de agosto de 2011
SILENCIO
Me acaricia su brisa tranquila.
Su lenguaje es inconfundible.
Yo escucho un mensaje de paz
en una playa salvaje.
De las profundidades de mi conciencia,
el aroma de las rosas es presente,
aquel que se perdió en el cambio climático.
¡Ay, silencio! ¡Silencio...! ¡Yo, te amo!
Circula la energía que siento
no sé si dentro o fuera de mi tiempo.
En el aire que respiro me disuelvo
y vuela mi conciencia en el silencio
que escasea en la cultura de los pueblos.
Gracias a Dios yo siento
la melodía del aire al respirar
limpiando la casa de mi cuerpo
Su lenguaje es inconfundible.
Yo escucho un mensaje de paz
en una playa salvaje.
De las profundidades de mi conciencia,
el aroma de las rosas es presente,
aquel que se perdió en el cambio climático.
¡Ay, silencio! ¡Silencio...! ¡Yo, te amo!
Circula la energía que siento
no sé si dentro o fuera de mi tiempo.
En el aire que respiro me disuelvo
y vuela mi conciencia en el silencio
que escasea en la cultura de los pueblos.
Gracias a Dios yo siento
la melodía del aire al respirar
limpiando la casa de mi cuerpo
viernes, 12 de agosto de 2011
COACCIÓN SÍ ES PECAR
Venimos de la prisión de los prejuicios, donde donde se quedó nuestra juventud, pero no los prejuicios.
Hijos de la dictadura, que eran los que podían leer, porque los demás releíamos lo aprendido de memoria, que eran que eran las enciclopedias que a duras penas se podían pagar, para aprender lo poco que sabemos.
Los demás éramos hijos de los pobres, que no teníamos ni voz ni voto.
Había que ser decentes, había que ser como Dios manda, aunque no tuviéramos ni idea de lo que manda Dios. Había que imitar a los leídos.
Y entramos en los setenta con las revoluciones estudiantiles contra el sistema, las huelgas en las industrias del norte. Las organizaciones contra la dictadura, los hijos desparramaos de los afines al régimen, que aprovechaban el poder de sus padres para enfrentarse a los que les custodiaban en esta España de puertas cerradas, de represiones sexuales, y de ideas establecidas.
Los pobres salíamos de la miseria trabajando en otras cosas distintas a las de aprender a sacar lo poco que daba la tierra, y que nuestro trabajo de niños era gran parte para los impuestos que manejaban esos señores que dominaban y dirigían el país, a los que había que admirar, obedecer e imitar.
Cuando las mujeres se soltaron el pelo en las relaciones sexuales, había que desinhibirse, y ahí entrábamos todas. Las fogosas, las enamoradizas, las desviadas... ellas y ellos comenzaban a salir tímidamente de lo que después nos enteramos que era, salir del armario.
Se confundía enamoramiento con braguetazo, y por estar a la moda en la liberación sexual los más tocados comenzaron a dirigir y eso hoy sigue así y en aumento. Alimentando enfermedades mentales que se nos revelaban.
¿Donde está la libertad de los que son felices mirando las estrellas, se enamoran y se preocupan del bien común? A éstos las modas no los atan. Les oprimen la falta de respeto de los que no respetan ni a sí mismos ni a los demás, ni al medio en el que viven.
La esclavitud del sexo, como cualquier clase de esclavitud, degrada la humanidad.
Es como el que se confiesa cristiano para vender a cristo.
Sexo, drogas y lujos sin control, caminando del infierno, y no es Dios que quiere castigar.
Hijos de la dictadura, que eran los que podían leer, porque los demás releíamos lo aprendido de memoria, que eran que eran las enciclopedias que a duras penas se podían pagar, para aprender lo poco que sabemos.
Los demás éramos hijos de los pobres, que no teníamos ni voz ni voto.
Había que ser decentes, había que ser como Dios manda, aunque no tuviéramos ni idea de lo que manda Dios. Había que imitar a los leídos.
Y entramos en los setenta con las revoluciones estudiantiles contra el sistema, las huelgas en las industrias del norte. Las organizaciones contra la dictadura, los hijos desparramaos de los afines al régimen, que aprovechaban el poder de sus padres para enfrentarse a los que les custodiaban en esta España de puertas cerradas, de represiones sexuales, y de ideas establecidas.
Los pobres salíamos de la miseria trabajando en otras cosas distintas a las de aprender a sacar lo poco que daba la tierra, y que nuestro trabajo de niños era gran parte para los impuestos que manejaban esos señores que dominaban y dirigían el país, a los que había que admirar, obedecer e imitar.
Cuando las mujeres se soltaron el pelo en las relaciones sexuales, había que desinhibirse, y ahí entrábamos todas. Las fogosas, las enamoradizas, las desviadas... ellas y ellos comenzaban a salir tímidamente de lo que después nos enteramos que era, salir del armario.
Se confundía enamoramiento con braguetazo, y por estar a la moda en la liberación sexual los más tocados comenzaron a dirigir y eso hoy sigue así y en aumento. Alimentando enfermedades mentales que se nos revelaban.
¿Donde está la libertad de los que son felices mirando las estrellas, se enamoran y se preocupan del bien común? A éstos las modas no los atan. Les oprimen la falta de respeto de los que no respetan ni a sí mismos ni a los demás, ni al medio en el que viven.
La esclavitud del sexo, como cualquier clase de esclavitud, degrada la humanidad.
Es como el que se confiesa cristiano para vender a cristo.
Sexo, drogas y lujos sin control, caminando del infierno, y no es Dios que quiere castigar.
jueves, 11 de agosto de 2011
SESENTA Y TRES AÑOS SIN VACACIONES
Sesenta y tres años sin vacaciones y sesenta y tres años de vacaciones. Doy gracias a Dios por ello. Sí, porque he aprendido a volar con las alas del corazón, desde la mente, desde mi yo, llego al Yo superior donde no falta nada. Desde mi libertad, pido y me conformo. desde mi sentir acepto, desde mi ser suficiente, tengo suficiente y hago suficiente. Tengo agua donde hay aire, fuego y tierra. Tendré vacaciones cuando quiera.
martes, 9 de agosto de 2011
VIAJE A ALDEIA DA PONTE
Vuelvo a recordar caminos andados, que no parecen los mismos, y es que no lo son porque en la vida todo es cambio.
Somos como los árboles viejos, cansados de dar, cansados de amar, cansados de ser formas que cambian nuestro ser. Cansados de saber, cansados de ignorar, cansados nada más.
Viendo cometer errores, que no podemos evitar, porque otros no evitaron y otros no evitarán.
Aquel tiempo de esperanza con su sueño personal. Aquel libro blanco ¡qué avanzado está!
El grosor es infinito, para intuir el final, que no sabemos cuando ni como será.
Somos como los árboles viejos, cansados de dar, cansados de amar, cansados de ser formas que cambian nuestro ser. Cansados de saber, cansados de ignorar, cansados nada más.
Viendo cometer errores, que no podemos evitar, porque otros no evitaron y otros no evitarán.
Aquel tiempo de esperanza con su sueño personal. Aquel libro blanco ¡qué avanzado está!
El grosor es infinito, para intuir el final, que no sabemos cuando ni como será.
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