Me acaricia su brisa tranquila.
Su lenguaje es inconfundible.
Yo escucho un mensaje de paz
en una playa salvaje.
De las profundidades de mi conciencia,
el aroma de las rosas es presente,
aquel que se perdió en el cambio climático.
¡Ay, silencio! ¡Silencio...! ¡Yo, te amo!
Circula la energía que siento
no sé si dentro o fuera de mi tiempo.
En el aire que respiro me disuelvo
y vuela mi conciencia en el silencio
que escasea en la cultura de los pueblos.
Gracias a Dios yo siento
la melodía del aire al respirar
limpiando la casa de mi cuerpo
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