Se desvanecieron los sueños en el tiempo.
Las realidades fueron cambiando.
La verdad cada vez más oculta
en un laberinto de apariencias,
que la diversidad en el sentir oculta,
enquistando verdades que no afloran.
Pesares difusos atolondran dividiendo caminos.
Son caprichos del destino.
Ningún poder tiene el mal,
que no quieras conceder.
No hay que dejarse invadir,
ni hay que dejarlo asentar,
ni hay que temerlo al sentir.
Para poderlo vencer,
hay que apartarse de él,
y no darle ni un poder.
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