Te has ido a los cielos
a ver florecer los almendros.
Y desde allí verás
setenta veces siete.
Quizá ya sabes
de lo que hablo.
Porque tu me enseñaste
que el tiempo no existe.
Para Dios no existe el tiempo
dijiste una vez,
y no lo olvidé,
y lo sigo estudiando.
Y sigo buscando esa verdad
aunque sé que no la voy a encontrar.
Diversos caminos conducen
a un mismo fin.
Tan largos parecen
al principio los tiempos
y qué cortos se hacen
cuando se van diluyendo.
Volaste como la perdiz
al ras del suelo.
Cuidando a tu gente
y así te has ido.
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