jueves, 12 de marzo de 2015

TE DEBO LA VIDA

Sin el menor ruido,
sin pensar, sin saber.
Y yo en la inópia.
Lo mismo que no entendí
que mi gato en su afán
de advertirme del peligro,
maullaba mirándome a los ojos,
la noche en que algo falló.
Aquel día que te había recordado,
y al fin de aquel día ,
quizá me echaste de menos
en tu lecho de muerte,
y el destino te llevó a ti.
Y nos dejó  a nosotros aquí.
Tu ángel y el mío,
hablarían por nosotros.
Lo mismo que no entendí a Luna,
no entendí a los ángeles.
No entendí nada.
Perdóname Juanjo.
Ahora entiendo por qué
lo consideré un milagro.
Tu te has ido, y nosotros nos quedamos.
En un mes y setenta y siete años.

¡ Cómo he aprendido a sobre llevar la muerte!
La vida y la muerte me hicieron auténtica
en el entendimiento de la existencia.
Y en el dolor que compartimos,
yo al trabajo y tu a la vida.
 

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