Me senté a llamar al tránsito,
y el tránsito pasó de mi.
Un traspiés cambió mi vida.
Al tránsito espero aquí.
Sé que no ha cambiado nada,
es mi pesar y sentir.
Un barullo organizado,
sin orden no hay vivir.
Soy una vida quebrada,
al final de mi existir.
Todo mi empeño y anelo,
nada pudo conseguir.
Cuanto sé no he de decir,
aunque me duela el silencio,
que pasé por caprichosa,
aunque caprichos no tengo.
Sentada sigo esperando,
en este nuevo aposento.
Ni puedo volver a atrás,
ni avanzar hacia los cielos.
Y ha de llegar cuanto espero,
sin que pueda decidir.
Tanto si quiero o no quiero,
el tránsito ha de venir.
Como viene cada día
el sol al despertar,
dejando la noche oscura,
despertando a otro habitad.
Que las penas y alegrías,
tienen su transitar.
Y al final nunca se pierde
la esperanza de cambiar.
Transitando cada día,
sentada en otro sofá.
Esperando que llegue el tránsito.
Transitando hasta el final.
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