En las palabras la verdad.
Y en la verdad la satisfacción.
Dirigir palabras verdaderas
al falso deseo.
No deseo estas cosas.
No estoy ipnotizado.
Tengo el poder de la verdad.
Vivo en la energía del espíritu.
Me ampara la Ley Perfecta,
cuando doy a mis pensamientos
el poder transformador de
la palabra justa.
Falsos deseos desaparecen,
sea cual sea la tentación.
Cuando un deseo necesita ser satisfecho,
la sustancia del espíritu del pensamiento
a la palabra anima al corazón esperanzado
y se llena de templanza.
El amor divino es un fuego
que consume las impurezas de la sangre.
Y es liberada mi conciencia
del temor y la duda que la aqueja.
En la esperanza el equilibrio entra
en el deseo de confianza auténtica.
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