Un maltratado se convierte en lo contrario de lo que es. Adopta la postura del mal tratador. No se sabe si no puede, no sabe, o no se atreve.
El mal tratador se ocupa de todo. Sobre todo de parecer la víctima, y así desampara a la víctima y la convierte en su esclava.
Desde que me vacuné contra las caras de corderos degollados, me cuesta menos distinguir entre víctima y verdugo, lo que no me capacita para ayudar a nadie. El entorno suele estar bien trabajado. Y los poderes ya han inventado una etiqueta, que desde que existe, nada ha ido a mejor, sino todo lo contrario.
Desde que se le puso género a la violencia, las artimañas han aumentado, y la confusión en las familias, es endémica.
La soledad, la impotencia y el desamparo va en aumento, y el remedio está por descubrir.
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