En Antología Poética de León Felipe, página 49:
¡Oh, y cómo veríamos el mundo,
la desnudez, la transparencia de la Verdad y la Belleza
si no estuviese ahí,
tumbado en el aire,
mordiendo mis ojos,
el humo,
el perro negro de la injusticia humana!
De aquí
de mis plantas,
solo de mis plantas,
sube hollín suficiente para estrangular al sol.
(Polvo es el aire, polvo
de carbón apagado).
nadie nos ve.
Rompe ya tus señales y rasga tus banderas, marinero.
Nadie nos ve.
¿A quien guiña aquel faro presumido?
Lo tumbará el mar,
y quedará allí apagado como una colilla,
pisoteado por el desprecio y la saliva de las olas.
Nadie nos ve.
El viento ha metido la ceniza de nuestros pecados
en los párpados de las estrellas.
Bajate de la torre de esa torre
y no mires más por ese canuto de latón.
¡Espanta ese perro!
¡Ahuyenta ese humo!
¿Qué escribirán hoy los poetas en los campos de refugiados?
E lodazal europeo del siglo XXI.
¿Que la dignidad se disuelve con polvos en la sangre de los cuerdos? Que ni ven ni entienden porque están cuerdos.
¿Que las penas del alma cuanto más se disfrazan más se ven, y más se ahondan?
Y no hay alma sin pena en el lodo.
Pero ahora no se rompen señales, ni se rasgan banderas, porque sí nos ven, aunque tengan los ojos cerrados. Y digo nos ven, porque allí estamos todos en el lodo. También los que cierran fronteras. También los que hacen la guerra.
Ahí sí parece que estamos solos y sin alma, porque las almas están en el lodo.
Puede que el hollín no estrangulara el sol que acoge las almas de los que dejaron la vida en el lodo y en el mar.
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