Un gorrión en mi terraza,
con su pico abierto se dejó coger.
En mi mano fría sentí su calor.
¿Qué te pasa? pregunté.
Lo puse en la tierra fría
y enseguida lo quité.
Lo puse en un plástico oscuro
y muy frío, pensé.
Lo puse en un trapo de algodón,
en un minuto voló medio metro.
Y desde allí, mi pajarito se marchó
¿A qué has venido? pensé yo.
Él voló por los tejados
y el misterio se quedó.
Y ni una foto siquiera,
pero mucha alegría porque voló.
Para recordar que en la infancia,
pajaritos quería yo.
Y mi padre me decía
con muchísima razón:
Dios te libre de verte
como pájaro en manos de niño,
porque todos se morían
a pesar de mi cariño.
Lo que me quiso decir,
yo no lo voy a contar.
Me trajo una buena nueva
en un mensaje de paz.
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