Aprovechan los crispadores
la pandemia para crispar.
Lavandeías de cerebros,
la caja tonta del mal.
Que detrás de padres nuestros
lavan, lavan sin parar,
las cabezas de las gentes,
que repiten sin cesar,
las gracielas del subconsciente,
que llevaron a una guerra mundial,
que pocos supervivientes
todavía pueden relatar,
lo que hicieron sus parientes
contra toda la humanidad.
Y yo que nací anarquista,
por el amor y la paz,
que no quiero crispación.
Quiero justicia y verdad.
Quiero buena educación,
poder tener libertad.
Que la crispación es miedo,
y el miedo es obsesión,
si se le deja que venza,
extraña acumulación
del poder de entendimiento
que nace del corazón.
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