Un diminuto viajero. Dios de los ejércitos. Sin amigo ni enemigo, por existir es la guerra. Y siguen con sus negocios, mientras duermen en la higuera, los pájaros confiados, que no ven como se seca, con sus raíces al sol, sin agua que la sustente, secándose está sin fuerza, será quemada en invierno con sus higos y sus brevas. Lo mismo que los palacios, los yates y las meriendas, como caerán los cruceros con todas sus consecuencias. Los paraísos fiscales, los bufetes que sustentan los poderes que del hambre hacen fortunas inmensas, que para poco les sirven sus horjías y sus fiestas, si al final van a morir en sus trampas como fieras, enredadas en absurdas pejigueras. Y las fieras en su especie, no hacen trampas a su especie, quizá porque no tienen Dios, y es Dios quien las tiene a ellas.
Un diminuto viajero con corona y sin fronteras, no puede ser un negocio más allá de la conciencia, de la luz que mueve el mundo,el universo y su esencia, que es en todo movimiento, naturaleza perfecta.
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